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Ebook: "Al diablo con la cultura" de Herbert Read

viernes, 24 de abril de 2009

Acusa al mundo moderno de haber invadido su rincon de soledad, de haberlo llenado de preocupaciones y de rumores, de haber introducido en el la politica y las guerras totalitarias. En consecuencia, el poeta se ve obligado a exigir, _por razones poeticas_, que se transforme el mundo. Y no cabe afirmar que tal exigencia sea desmedida: constituye la condicion primera de su existencia en cuanto poeta.




HERBERT READ (1893-1968),
poeta, ensayista y critico de arte ingles.


Aunque ello pueda parecer fuera de razon a quienes esten ajenos al que hacer
poetico, el poeta exige un tipo de sociedad en el que el recogimiento, el
retiro, sea un derecho natural. Exige la posibilidad de meterse entre la
muchedumbre y salir de ella con la misma facilidad con que entra y sale de su
casa. Acusa al mundo moderno de haber invadido su rincon de soledad, de haberlo
llenado de preocupaciones y de rumores, de haber introducido en el la politica
y las guerras totalitarias. En consecuencia, el poeta se ve obligado a exigir,
_por razones poeticas_, que se transforme el mundo. Y no cabe afirmar que tal
exigencia sea desmedida: constituye la condicion primera de su existencia en
cuanto poeta.

Los cambios prometidos por los partidos politicos existentes no ejercen
atraccion alguna sobre el, pues no le garantizan la ansiada y necesaria
soledad. Tales cambios suponen la aplicacion de un contrato social mas exigente
y la entrega de la libertad individual: capitulacion ante las opiniones y las
normas de la masa. Para que la poesia vuelva a ser algo mas que "expresion del
yo", la vida social debera encauzarse por rumbo contrario; es decir, que el
poder politico debera distribuirse y fraccionarse en unidades tangibles, en
escala humana. La responsabilidad concerniente a la direccion de la economia
habra de recaer en los trabajadores; el poder financiero divorciado de la
produccion debera ser excluido de la sociedad; se reconocera en el trabajo
productivo la realidad fundamental y como tal se le ha de honrar.

Shelley decia de ellos - eligiendo con mucho acierto el calificativo - que
son los legisladores _ignorados_ del mundo. El elemento catalizador permanece
incambiado, no se deja absorber; por lo tanto, no se reconoce su actividad.
Resulta muy dificil para el artista aceptar en el seno de la sociedad esta
tarea, que no le comporta agradecimiento alguno: mantenerse aparte y, sin
embargo, actuar como intermediario; comunicar a la sociedad algo que le es tan
esencial como el pan y el agua y, sin embargo, poder hacerlo solo desde una
posicion de aislamiento y desapego. La sociedad nunca llegara a comprender y
amar al artista, porque nunca llegara a estimar su indiferencia, su asi llamada
objetividad. Mas el artista debe aprender a amar y comprender a la sociedad que
lo rechaza. Debe aceptar tan dura experiencia y apurar, como Socrates, la copa
mortal.

Por todas estas razones, el poeta debe ser anarquista: no le queda otro
recurso. Podra contemporizar con el liberalismo, con la socialdemocracia, con
el socialismo estatal; en las epocas de paz es posible persuadir a estos
sistemas politicos de que patrocinen la cultura, e incluso la poesia. Pero no
son capaces de garantizar la actividad creadora del poeta. No pueden admitir
que sus ciudadanos se den al retiro, a la sociedad, pues ello equivale a
apartarse del contrato social, a negar el principio del colectivismo. Es la
dura leccion que han debido aprender los poetas que pusieron su fe en profetas
no poeticos, como Marx, Lenin, Stalin. Los poetas no deben abandonar sus filas
en pos de una linea de accion partidaria, pues en la poesia tienen la politica
que les es propia.

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